Del origen de la Villa de Las Tres Vidas, solo saben los que pretenden ser sus dueños y otros que creen serlo, porque a través del tiempo se los han hecho creer, los que de verdad se creen amos y señores de franjas de tierra, pedazos de cordilleras, caudales recios, faldas promisorias, peladeros asolados, valles fértiles, llanuras verdes, lomas esporádicas, cerros tutelares, costas de ensueño, riberas en extinción, serranías decadentes, sierras serenas, glaciales per vivientes, estribaciones casi extinguidas, arroyos agonizantes, quebradas secas, playones moribundos, arboledas nacientes, alamedas artificiales, páramos gélidos, mares bravíos, ríos portentosos, desiertos con muy pocos oasis y en estas épocas, hasta ciudades virtuales.
-Yo siempre le dije a tu mamá que esta villa era muy vieja, pero ella me decía que era mejor que nunca se supiera quienes habían pisado por primera vez estas tierras-.
Seguramente su origen se sitúa hace mucho rato, un dato que se pude perder en las memorias de tanta gente y que tal vez ni la tradición oral, tan infalible muchas veces, ha logrado dejar impresa en los discos duros de quienes han visto como la villa agoniza y se vuele a levantar como la siempreviva, esa planta prodigiosa que nos enseña la perseverancia y la persistencia.
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